9.27.2010

Capítulo 33


Los primeros minutos del partido fueron de estudio mientras la gente alentaba a sus equipos. El medio campo se había poblado de jugadores y los pelotazos abundaban. Un relator supo decir, “se hubieran traído aviones si iban a jugar por el aire”.

Los minutos pasaban lentos hasta que en el minuto 15 el árbitro cobró un full en contra de Boca cerca del área local. El habilidoso número diez de River acomodó la pelota y con el pitazo del árbitro, éste la clavó en el ángulo izquierdo superior siendo imposible de atajar para Luchetti.

El estadio enmudeció por un instante y los hinchas visitantes deliraban de alegría. Minuto diez y siete, uno a cero River. Pero como si los hinchas Xeneizes fueran el jugador número doce, todo el estadio empezó a cantar aún más para alentar al equipo. Mas allá de ir perdiendo, la cancha deliraba por Boca y mientras pasaban los minutos, el ruido era mayor.

Agustín desde el banco, cantaba sin darse cuenta las canciones de Boca como un hincha más. El vivía el clásico a su manera, la manera de un hincha vestido de jugador.

Los minutos pasaban y el juego se hacía cada vez más rústico. Parecía que el relator tenía razón ya que los jugadores metían pelotazos de área en área. Mientras tanto, la Bombonera seguía latiendo como nunca.

Agustín podía sentir desde el banco de suplentes como la cancha se movía por el salto de la gente. Más allá del resultado, Agustín estaba feliz por vivir el partido desde el banco ya que estaba cumpliendo el sueño de toda su vida.

Corría el minuto 44 cuando el cinco de River le hizo un full durísimo a Mouche en la mitad de la cancha. Toda la tribuna se quejó con el árbitro al ver que éste le había sacado nada más que amarilla.

A Mouche tuvieron que sacarlo en camilla y cuando llegó al banco de suplentes para atenderse, Agustín pudo ver como se le había inflamado la rodilla. Casi no podía pisar del dolor ni mantener la rodilla firme.

Bianchi miró al banco de suplentes. El cambio era inevitable. Pero por suerte para él, el primer tiempo terminaría en unos minutos y así tendría más tiempo para pensar el cambio ya que algunos jugadores suplentes no estaban en condiciones de ingresar a jugar por los fuertes dolores y vómitos que algunos tenían.

El primer tiempo había finalizado. Uno a cero River.

Con el pitazo final del árbitro la gente dejo descansar las gargantas para seguir alentando a su equipo en el segundo tiempo. Ahora si se necesitaba más que nunca el apoyo de la hinchada para poder remontar el resultado.

Ya en el vestuario, Bianchi le preguntó al doctor que jugador estaba en condiciones de poder entrar a jugar, y este le respondió que el único que más o menos lo podía hacer era Chávez. La idea no le disgustó mucho a Bianchi, ya que Chávez, más allá de ser mediocampista, podía jugar de delantero junto a Palermo.

El momento de la charla de Bianchi para con los jugadores había llegado. Se lo notaba furioso al técnico de Boca y así fue durante la charla. Según sus palabras, ningún jugador había hecho ni la mitad de las cosas que habían entrenado en la semana. Después del reto, se vino la motivación.

Agustín miraba como Bianchi motivaba al equipo y en ese momento sintió unas ganas tremendas de entrar a la cancha para poder ayudar a sus compañeros y a su equipo. Se sentía tan motivado que se sentía poder llevarse el mundo por delante.

Corría el minuto doce del entre tiempo, y después de unas palabras de Palermo, los jugadores enfilaron de nuevo para la cancha. Había que dar vuelta el resultado sea como sea, dijo Palermo.

Todos los hinchas volvieron a la pararse al ver salir de nuevo a sus equipos.

El segundo tiempo tenía que empezar, y para Boca, empezó con el cambio de Chávez por Mouche.

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