9.27.2010

Capítulo 34

El segundo tiempo empezó con Boca dominando el partido y yendo al frente con todos sus jugadores junto con su hinchada, y a medida que los minutos pasaban, los nervios crecían al ver que no se podía empatar y el campeonato se escurría de entre los dedos.

Corría el minuto veinte cuando Román tomó la pelota en la mitad de cancha. Mientras avanzaba hacia el arco rival, el número ocho de River le cometió una falta durísima a treinta metros del arco. Si algún hincha estaba sentado, con ese tiro libre ya no quedaría nadie más sin estar parado y gritando por Boca.

Román acomodó la pelota como solo él lo sabe hacer mientras hacía indicaciones con las manos como dando a entender que haría una jugada preparada.

Los defensores de Boca ya se encontraban en el área y River no tenía a nadie parado para la contra.

Román discutió con el árbitro para que la barrera respete la distancia, a lo que el árbitro consideró inoportuno y lo amonestó. Era el momento de jugar el tiro libre. El árbitro pitó y mientras Román iba hacia el encuentro con la pelota, Palermo corría entre los jugadores rivales hacia el primer palo. La pelota fue hacia la cabeza de Palermo y como por arte de magia, Palermo la metió en el ángulo inferior izquierdo cruzándola con un cabezazo letal.

El estadio se vino abajo con el grito característico. El festejo era tremendo y en el banco de suplentes Agustín gritó el gol como pocas veces lo había hecho en su vida.

Todo parecía despertar para Boca, pero no todo era alegría. Mientras todos festejaban el golazo de Palermo y el empate, Chávez se retorcía del dolor en la mitad de la cancha.

Bianchi le indicó que salga de la cancha para que lo atiendan mientras los jugadores se ordenaban para que el árbitro restablezca el juego. En el banco había preocupación, ya que si Chávez no podía continuar jugando, Boca no tendría más cambios para hacer, ya que ningún suplente estaba en condiciones de poder jugar.

Chávez era el suplente que mejor se encontraba de los dolores de estomago, pero al parecer, el juego hizo recrudecer los dolores y parecía que no podía continuar más.

Antes de que Chávez empeore más de lo que estaba, Bianchi decidió jugar el partido con diez jugadores. Paró al equipo con  un  4 – 3 – 2, con Román y Palermo de delanteros.

Pero la falta de un jugador hizo que River empiece a dominar el partido y mientras corrían los minutos, River tenía cada vez más jugadas de gol.

River estaba dominando el partido en todos los aspectos del juego. Tocaba y tocaba hasta que se hacía un hueco en la defensa y así el partido empezó a peligrar para Boca. No solo el partido, sino la posibilidad de salir campeón frente al clásico rival.

Transitaba el minuto 40 cuando Bianchi miró al banco de suplentes. Pensaba y pensaba, pero más no podía hacer. El cansancio estaba pegando duro en los jugadores de Boca, hasta que Bianchi tuvo una idea.

“Pibe, ¿te animás a entrar?”, le dijo a Agustín. El corazón de Agustín se paralizó por completo y se quedó mudo mirándolo sin saber que decir.

“Ey, nene, ¿te animas a entrar o no?”. Agustín no podía pensar. Estaba estancado sin poder hacer o decir nada, hasta que recordó aquella noche en donde su padre le dijo que su sueño era que el pueda jugar una vez en la primera de Boca.
 “Si señor, me animo”, fue lo único que pudo decirle.

Todo el estadio enmudeció al ver que Agustín iba a entrar a la cancha. Incluso los jugadores de River insinuaron ciertas risas al ver el jugador que iba a entrar a jugar.

Agustín estaba parado en la mitad de la cancha esperando por entrar hasta que la pelota se fue por el lateral. El momento más soñado en la vida de Agustín se hacía realidad y así cumpliría su sueño de toda la vida, poder jugar en la primera de Boca.

Cuando Agustín entro, se fue a acompañar a Palermo por órdenes de Bianchi, que solo le dijo que haga lo que pueda y que si tenía la chance de agarrar la pelota se la dé a algún compañero.

Transcurría el minuto 47. Quedaba solo un minuto del adicionado por el árbitro y todo parecía que iría a un partido desempate ya que los dos equipos terminarían el torneo igualados en puntos y a seis del tercero, cuando Román agarró la pelota en tres cuartos de la mitad de cancha rival.

Primero fue el número cinco quien se la quiso sacar, a lo que Román le contesto con un caño tirado de espaldas. Después vino el numero dos y ahí Román tiro una pared perfecta en la medialuna del área rival con Palermo. El estadio estaba en silencio ya que era la última jugada del partido y la última posibilidad de ganar.

Agustín estaba parado, quieto en el punto del penal sin marca.

Cuando Román recibió de nuevo la pared de Palermo amagó a pasarle la pelota a Battaglia y así, cuando el último defensor se fue con el amague, Román pateó al arco.

La pelota hizo una comba perfecta y se dirigía hacia el palo izquierdo del arquero. Todo era en cámara lenta y más para Agustín que era un espectador privilegiado.

Cuando en la cancha se estaba escuchando el goooo, la pelota dio en el palo, y todo enmudeció otra vez. El árbitro se estaba llevando el silbato a la boca para terminar con el partido. Todo daba a entender un desempate, cuando Agustín salió corriendo hacia el arco, y con la suerte de los grandes, la pelota fue a su encuentro y al rebotarle en el arco del pie derecho, esta entró en el arco sin que el arquero de River pueda hacer nada.

Pitazo del árbitro. Final del partido, campeonato para Boca.

El estadio estallaba de felicidad y todos los jugadores fueron a abrazar a Agustín que al meter el gol, se quedó agarrándose la cabeza y llorando de la emoción.

La cancha era una fiesta y los gritos aturdían.
 Nunca se vivió una tarde así en la cancha de Boca. Nunca los hinchas corearon el nombre de un chico de 17 años, de un extraño. Nunca, hasta ese momento, habían coreado el nombre de Agustín.

7 comentarios:

  1. Pedrín... no me digas que después de esto se despertó del sueño, por favor.

    Me quedé mudo loco, por Dios decime cómo sigue

    Big Foot

    ResponderEliminar
  2. pelu queridooo se me puso la piel de gallina con el perdon de la palabra gallina.

    la verdad que emicionante y soñado!!!!

    vamos agus carajo!!!!

    ResponderEliminar
  3. Dios existe y se llama Agus!

    ResponderEliminar
  4. no se puede creer, agus es un fenomenooooooo

    ResponderEliminar
  5. Que grande el pibe, por diossssss

    ResponderEliminar
  6. termina asi????????

    ResponderEliminar