6.29.2010

Capítulo 5

Bien abrigados los dos y con la camiseta de Boca puesta como siempre, Jorge notó que Agustín estaba extraño. No era la primera vez pensó Jorge, que Agus debería tener problemas en el colegio, o que tendría algún inconveniente que no podía hablar con la mamá.

Con cautela, Jorge le preguntó que le pasaba. Esta vez, notaba su mirada rara, como nunca la había visto. Agustín no le respondió nada. Tenía la cabeza apoyada en el vidrio empañado del colectivo con una sonrisa temprana, de esas que uno tiene cuando sueña despierto.

_“Agus, Agus”, le insistió Jorge tocándole el hombro, y como si fuese la primera vez que lo escuchaba en todo el viaje Agustín lo miró.

_“¿Qué te pasa che?”.

_“Nada,  nada. Va, ¿sabés que me pasa?" y después de suspirar Agustín continuó. "Es que ayer soñé con papá. Estaba soñando que jugaba a la pelota y apareció él todo contento, y yo le preguntaba por qué estaba tan contento y él me decía que era porque había ganado el concurso para jugar en Boca. ¿Entendés Jorge? ¡Puede ser una señal! ¡Puedo cumplir el sueño que siempre compartí con papá, jugar en la primera de Boca!”.

Jorge le sonrió de manera comprensiva mientras le decía que existía la posibilidad de que él ganara, pero que no se hiciera muchas expectativas ya que la probabilidad era muy remota.

_ “Dale, vos seguí soñando que todavía nos queda media hora para llegar a la cancha. ¡Ah y no te olvides de mi cuando seas famoso eh!”.

Ambos se sonrieron y siguieron charlando. Faltaban 2 horas y media para el partido. Sólo, 2 horas y media.

6.23.2010

Capítulo 4

Boca jugaba frente a Argentinos Juniors a las 4 de la tarde. Era un partido interesante porque los dos equipos venían jugando muy bien, y estaban entre los primeros equipos del torneo.

Agustín se despertó a las 10 de la mañana contento porque iba a ir a la cancha a ver a Boca. Hizo su cama y la ayudó a la mamá a preparar el desayuno. Desayunaron en familia y mientras charlaban, María les pregunto a todos sobre el colegio. Era una mañana de domingo normal para todos, pero menos para Agustín. Porque más allá de ir a la cancha, él sintió por primera vez que podía llegar a ganar el concurso.

María lo dejaba a Agustín ir a la cancha porque siempre iba acompañado por Jorge, un amigo del padre que vivía en Lanús y que también era fanático de Boca. Ambos tenían ese ritual de ir a la cancha juntos cuando Boca jugaba de local.

Desde la muerte del padre de Agustín, Jorge acompañó mucho a María y con el paso del tiempo, se convirtió en un sostén para la familia y en un padre para Agustín.

Ya eran las 12 del medio día y Agustín estaba listo para salir y caminar las 4 cuadras que lo separaban de la estación para encontrarse con Jorge. Allí se encontraban y tomaban el “74” que los dejaba a pocas cuadras de la cancha.

Abrigado por insistencia de María, Agustín llegó a la estación a las doce y cuarto, y como siempre, Jorge ya se encontraba ahí. Siempre llegaba 5 minutos antes que él para que no esperase solo, ya que los domingos no había mucha gente en la estación.

Se saludaron como siempre con un abrazo de padre a hijo y tras esperar cinco minutos, se subieron al colectivo. Iba a ser como siempre, un viaje en el que ellos charlaban de fútbol, pero también de otras cosas, ya que Jorge siempre se interesaba por él.



6.18.2010

Capítulo 3

Agustín se levantó a las 6 de la mañana como siempre para ocuparse de sus hermanos mientras la madre les preparaba el desayuno. María trabajaba limpiando la casa de la familia más adinerada del barrio. Era una buena familia a la cual María respetaba y donde ella era muy querida. De vez en cuando la ayudaban dándole ropa para sus hijos, y si alguno se enfermaba no le hacían problema al faltar al trabajo.

El lunes arrancó como siempre, temprano y rumbo al colegio. El Domingo Agustín se iba a enterar si sueño se cumpliría cuando vaya para la cancha a ver a boca.

Durante toda la semana Agustín no podía sacarse de la cabeza la gran y única posibilidad que jamás iba a tener de poder jugar en el club de sus amores, y para colmo en un clásico. En el colegio la profesora los sorprendió varias veces mirando hacia la nada pensando en el partido o dibujando en su carpeta el estadio. Ese estadio repleto de gente, pintado de azul y oro y en el que desde las tribunas bajaba un coro constante que decía ole ole ole ole, Agus Agus...

La semana transcurrió como siempre. Tareas de la casa y del colegio, y las charlas pateando la pelota por las calles junto al Pelado, su gran amigo. Por fin, el domingo en que el concurso tendría un ganador había llegado.

6.15.2010

Capítulo 2

Pasaban los días y su rutina se hacía más pesada. Se levantaba temprano, ayudaba a su madre en los quehaceres de la casa, se iba al colegio, volvía para almorzar y se veía con su amigo.

Eso, que a Agustín le gustaba hacer, parecía que desde la noticia del concurso, era una pesadilla. 

De chico, Agustín soñó con jugar al futbol, pero la muerte de su padre lo obligó a ayudar su madre con sus 3 hermanos menores. Al ser el mayor, sentía que tenía que hacerse cargo de la casa junto a su mamá.
Pasó la semana, con un triunfo de su equipo por 1 a 0 a Gimnasia de La Plata. María, su mamá, no lo dejaba ir a otras canchas a ver a Boca. Decía ella, que era peligroso. Por lo tanto, Agustín vio el partido en el viejo bar del barrio, dónde su padre era frecuente junto a sus amigos.

Para colmo ese día, “El Tano”, dueño del bar y amigo de su padre, le recordaba a cada momento que para él, Agustín iba a ganar el concurso. También, desde lo lejos de la barra se escuchaban voces que decían: “Tenes razón Tano, el pibe va a ganar, imagínate si el bostero mayor estuviera para verlo. Lo tendríamos que bancar toda la vida hablando y hablando de lo mismo. ¡Tenete fe pibe!”

Terminado el partido, Agustín se fue para la casa. Otra semana de clases iba a empezar.

6.14.2010

Capítulo 1

_Che, ¿Viste lo que salió en el diario hoy?
_ ¿No, que salió?
_ ¡Esto agus!:

Diario Clarín 16 de junio 2008

El Club Atlético Boca Juniors comunica a todos sus hinchas del país, que la institución hará un sorteo para que un hincha pueda integrar el equipo profesional de fútbol por un partido. El mismo, será nada más y nada menos frente a nuestro clásico rival: River Plate. Para participar del concurso, deberás anotarte a través de nuestra página web.
Desde ya, saludos y mucha suerte,
Comisión Directiva del Club Atlético Boca Juniors.


_ No te lo puedo creer Pelado, me voy para mi casa urgente para anotarme. ¡Chau Peladito, gracias por la data amigo! ¡Ah, y anda preparando la cámara eh!


Agustín se fue corriendo lo más rápido que pudo a la casa para inscribirse en el concurso. Su sueño de toda la vida podía hacerse realidad. Claro, que ese sueño era compartido por millones de personas, lo que le hizo pensar ya inscripto y tomando mate en una tarde fría de Lanús, que era casi imposible que él ganase.

El dictamen del concurso se iba a realizar en la mismísima Bombonera, en el partido que Boca enfrentaría a Argentinos Juniors dos domingos antes del final del torneo y en el super clásico frente a River.

Faltaban tres semanas para el partido, pero en vez de estar esperanzado por su sueño, Agustín se sentía sin chances de poder ganar.

"Justo yo voy a ganar… millones de personas estarán participando y yo, un pibe de Lanús va a ganar. Imposible", se dijo por dentro.

El Pelado, como le decía él, era su mejor amigo. Vivían a dos cuadras de distancia y el ritual de verse todos los días era sagrado. Las tardes estaban reservadas por un contrato de amistad, dónde caminar pateando la pelota era imprescindible para ellos.

El pelado, hincha de Lanús, no había participado en el concurso. Y desde que le comunicó a su amigo del mismo, no hacía más que alentarlo de que él iba a ganar.

_ Imaginate bostero, ¡vas a salir a la cancha con Riquelme, con Palermo! Vas a ser famoso en el barrio Agus.

_ Dale, basta pela, no me jodas más. Es IMPOSIBLE que gane. Es el club más grande del país. ¿Te imaginas la cantidad de gente que se habrá anotado? Ya está, ya fue, no voy a ganar. Chau Pela, me voy para casa. Mañana a la tarde paso.

Cabizbajo, Agustín caminó las dos cuadras que lo separaban de la casa de su amigo con la suya. Estaba tan triste, que al llegar a la casa la madre le preguntó que quería comer y a pesar de haber empandas, la comida preferida de Agustín, él le respondió que nada.